Desde el Raval, con amor (y muchas gafas)Por Sara, 2025

Mi padre está obsesionado con las gafas. Sé que no es lo más común del mundo, pero así es. Tiene un pijama con estampado de gafas, os lo juro. Eso, para mí, ya lo dice todo.

Desde hace más de veinte años, no ha dejado de mirar el mundo a través de cristales y monturas, de reparar y vender modelos de todas las marcas imaginables. Pero hubo un momento en que se dio cuenta de que lo que él realmente buscaba no lo iba a encontrar en ningún catálogo. Así que, en 2016, decidió crear su propia marca: Raval.

La fundó con su amigo y compañero de Candem town, David John, un chico con la misma pasión por el oficio y una visión muy clara de lo que debía ser una gafa bien hecha. Pero la vida, ya se sabe, a veces obliga a parar. Y durante un tiempo, Raval quedó en pausa.

Hasta que, hace un año, mi padre me propuso relanzarla. Yo estaba terminando la carrera de cine y, aunque al principio dudé, algo dentro de mí supo que tenía sentido. Me he criado entre gafas (literalmente), y aunque no lo elegí, fue así. Mis padres son ópticos, y cambiar de montura cada dos meses era algo normal en casa. A día de hoy, creo que gracias a ellos fui una niña estilosa antes de saber qué era el estilo.

Ahora trabajamos juntos. Él, obsesionado con hacer el mejor producto posible, con ese saber hacer que da el tiempo, la experiencia y el amor por lo bien hecho. Y yo, intentando traducir en imágenes y relatos qué es el Raval para nosotros: un lugar caótico, vibrante, honesto, que no pide permiso ni perdón.

Este año Raval cumple 9 años. No es una marca cualquiera. Es la nuestra. Y en cada gafa hay un poco de su obsesión, un poco de mi mirada, y mucho, muchísimo cariño.

El Raval
08001
Barcelona

Ravalear, es pasear por la Barcelona que no sale en las guías. Es meterse en el Raval, con sus olores, sus calles vivas y su mezcla de todo. Es hablar con desconocidos que acaban siendo colegas, probar algo que no sabías que existía, y descubrir que en cada calle pasa algo. Es convivir con idiomas, culturas, acentos, ideas. Es caos con alma.

La palabra “ravalear” nace del barrio, de su gente, de lo que se vive en la calle cada día. No la inventó una marca, ni salió de una campaña: surgió de lo cotidiano, del boca a boca, de cómo se vive aquí. Y poco a poco se va colando por toda la ciudad, porque quien "ravalea", ya no camina igual.